No digas «soy un niño»

«Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande» Jeremías 1:7.

Todos los creyentes verdaderos tenemos el deber y la responsabilidad de compartir las buenas nuevas de salvación con los perdidos.

Sí, sé que lo has escuchado y leído cientos de veces, ¿pero lo hemos practicado de verdad? ¿Por qué no todos nos lanzamos a cumplir el reto de la Gran Comisión?

lo diré sin anestesia: muchas personas no comparten el mensaje de Cristo por negligencia. Las ocupaciones diarias y el entretenimiento nos juegan en contra y sencillamente perdemos el enfoque.

Pero un buen número de personas se abstiene de proclamar la verdad de Cristo porque sienten que no están preparados para enseñar los detalles del mensaje. Para este segundo grupo va mi desafío: «No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande» (Jer. 1:7).

El Evangelio en manos de niños

El Señor motivó al profeta Jeremías (cuando era tan sólo un adolescente) a que compartiera el mensaje de redención a la nación de Israel, sin importar los resultados o las consecuencias.

Para Jeremías la tarea era titánica: él era uno en un millón proclamando un mensaje contra-cultura. Literalmente era un pez nadando contra la corriente. Tenía a toda una nación en su contra; nadie quería escucharlo hablar acerca de ‘la voluntad de Dios’.

Pero me llama la atención lo que Dios le dice al muchacho: «no digas: Soy un niño«.

Es normal que un nuevo creyente se sienta perdido sobre las técnicas que debe usar para evangelizar. Pero estoy seguro (100 % seguro) de que un verdadero cristiano sabe qué es el Evangelio, de lo contrario, ¿cómo puede estar seguro de que ha sido salvo? (lee Ro. 10:13-15).

El mensaje que predicamos es el mismo que creemos con el corazón: que Cristo vino al mundo a morir por los pecadores.

Cuando de evangelizar se trate, no digas: «Soy un niño«, más bien sigue el consejo del apóstol Pablo: «aviva el fuego del don de Dios que está en ti» (2 Ti. 1:6-7).

Si Dios está contigo, ¿quién contra ti?

Segundo, ten presente que los resultados de la evangelización no dependen de ti (capacidades, elocuencia, celo, intelecto, modo de vestir, circunstancias culturales, etc.); el resultado depende exclusivamente de Dios. Observa lo que dice Jeremías 1:8: «No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová».

La evangelización tiene garantía de éxito gracias a la asistencia de Dios en el proceso. Podemos confiar en que dará frutos porque Dios está con nosotros para «librarnos», es decir, darnos la victoria contra la incredulidad.

Sus palabras en tu boca

Tercero, puedes estar seguro de que, si estudias la Palabra con diligencia y te sumerges en la oración, el Señor te dará la sabiduría necesaria para compartir el evangelio con denuedo.

En otras palabras, Dios capacita a los fieles obreros de la mies por medio de las Escrituras. Observa el caso de Jeremías: «Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca» (Jer. 1:9).

La evangelización tiene garantía de éxito gracias a la capacitación del Espíritu Santo a nuestras vidas por medio de las Escrituras (lee 2 Ti. 3:16).

Te reto a que salgas y compartas la buena noticia en tu círculo de influencia. Dios va contigo.

Piensa en esto

  • El Señor quiere que cumplamos con la Gran Comisión de predicar a Cristo a todas las personas, en todo tiempo y en todo lugar.
  • Debemos confiar en que Dios va con nosotros en la evangelización para darnos la victoria sobre la incredulidad.
  • Los mejores evangelistas son aquellos que se ocupan con diligencia de la Palabra de Dios.

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