Dios, la creación y tú

En el principio Dios creó el universo, los cielos, la tierra y todos sus ejércitos. Su objetivo era ser glorificado como el único y verdadero Dios. El proceso creativo demostró que Dios es un ser eterno, Todopoderoso, autoexistente, soberano y trinitario (es Padre, Hijo y Espíritu Santo). Pero la creación también reveló que Dios es bondadoso; no sólo hizo todo bueno (y en gran manera), sino que se propuso gozar de una estrecha relación con los seres humanos.


Cuando un medio de comunicación anuncia las últimas medidas del gobierno de turno en materia económica, política o social lo primero que aclara es cuál es el problema que esas medidas buscan solucionar. De la misma manera, la Biblia nos da una maravillosa noticia de salvación que de manera implícita nos dice que hay un problema que debe ser corregido o una situación que debe ser cambiada.

En este capítulo abordaremos la primera parte del contexto de enunciación, para luego comprender cuál es el problema que resuelve el Evangelio.

En el principio creó Dios

El libro de Génesis relata el inicio de todas las cosas. Esta narración fue escrita por Moisés entre 1445 y 1405 antes de Cristo (a.C.) con el objetivo de instruir al pueblo de Israel acerca del origen del universo y el propósito del ser humano.

El relato empieza así: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Gn. 1:1). Lo primero que nos dice el texto es que Dios existe eternamente. Pero no se trata de una simple afirmación intelectual; significa que Dios es el único y verdadero Dios, es decir, no hay otro dios aparte del Dios de las Escrituras (lea He. 11:6).

Moisés asume que los judíos saben quién es Dios. Él no intenta responder a preguntas como: ¿Quién creó a Dios? O, ¿qué había antes de Dios? Más bien se apoya en el testimonio de la creación y del Espíritu Santo en su conciencia y afirma «Dios existe, y sólo él es el Dios verdadero».

Hasta este punto podemos afirmar que el Dios de la Biblia es: a) un Dios que existe antes de todas las cosas (es eterno); b) un Dios que existe por sí mismo y para sí mismo (es autoexistente); c) un Dios que goza de plena soberanía sobre su creación; d) un Dios capaz de crear con sólo proponérselo (Todopoderoso); e) el único y verdadero Dios.

El Dios de la Biblia es eterno, autoexistente, soberano, Todopoderoso y el único y verdadero Dios.

La trinidad

Lo segundo que me interesa señalar de este pasaje es que Dios existe eternamente en tres personas. Esto es evidente por la mención a «el Espíritu de Dios» en el versículo 2. El artículo «el» lo distingue como una persona distinta a Dios (el Padre). Esta es una clara referencia al Espíritu Santo del Nuevo Testamento, la tercera persona de la trinidad, quien tiene la tarea de aplicar la redención al creyente.

Pero Dios no es sólo Padre y Espíritu Santo. En el versículo 3 se nos presenta a la segunda persona de la trinidad: «Y dijo Dios». Este es el Verbo, el Hijo de Dios. ¿Cómo podemos estar seguros de esta interpretación? Las Escrituras lo enseñan en Juan 1:1-3: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho».

¿Cómo sabemos que el Verbo es el Hijo de Dios? En el versículo 14 de ese pasaje Juan escribe: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros». Así mismo, el apóstol Pablo señala: «Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra» (Col. 1:15-16b).

Entonces, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estuvieron presentes en todo el proceso de la creación. Esto es evidente por el uso del plural en declaraciones como: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza» (Gn. 1:26).

Dios es una trinidad. Existe eternamente como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y cada persona es plenamente Dios, y hay un solo Dios.

El Verbo creador

En los versículos 3, 6, 9, 11, 14, 20, 24 y 26 de Génesis 1 se detalla la manera como el Verbo actuó para dar origen a lo que hoy existe. Colosenses 1:16-17 lo interpreta así:

Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.

Colosenses 1:16-17

La creación del cielo y de la tierra fue posible gracias al poder del Verbo. Lo que hoy contemplamos con nuestros cinco sentidos fue creado de la nada[1] por la obra del Verbo de Dios. De esta manera, el Señor estableció un principio espiritual desde la creación del universo: todo lo creado existe en estrecha relación con su Palabra. Dios quiso establecer un vínculo entre él y su creación por medio del Verbo, su Hijo. Él no sólo es el que crea, sostiene y mantiene lo que existe, sino el que posibilita una relación con el Padre.

Le pido que guarde esto en su corazón para lo que resta del estudio: el Hijo, el Verbo eterno, es el único camino a Dios; es la única verdad y la vida de toda criatura (Jn. 14:6). Este es el núcleo del Evangelio.

La Palabra de Dios es el puente entre lo terrenal y lo celestial, entre lo divino y lo humano; por medio de ella se establecen las relaciones de pacto entre Dios y sus criaturas.

Un universo perfecto

Un cuarto aspecto que debemos enfatizar es que en la creación Dios manifestó su bondad. Algunos comentaristas afirman que la expresión: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo» (Gn. 1:2) sugieren que Dios creó el universo a partir de un caos sombrío y diabólico. Pero el pasaje no parece apoyar esa interpretación.

La palabra «desordenada» significa sencillamente «sin ningún diseño» o «sin ningún fin». En cuanto a la palabra «tinieblas», la concordancia la define como «oscuridad», lo cual es consistente con lo primero que Dios hizo en el proceso de creación: «Y dijo Dios: Sea la luz» (v. 3). Él no dijo: «Sea la santidad», o «sea la pureza»; él llamó a la luz a existencia para separar el día de la noche (v. 5).

Dios es infinita y eternamente santo y creó un universo que irradia su santidad y su gloria. El profeta Isaías apuntó a esta verdad cuando escribió de los ángeles: «Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria» (Is. 6:3 LBLA).

La bondad de Dios en la creación es evidente por las siete afirmaciones en los versículos 4, 10, 12, 18, 21, 25 y 31 de Génesis 1: «Y vio Dios que era bueno» … «Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera». Dios creó todo perfecto, sin pecado, para que cada cosa cumpliera el propósito por el cual fue hecho.

En ese orden de ideas, la creación tenía el propósito de reflejar las excelencias de Dios; hablaba de él, de su sabiduría y perfección; guiaba a toda criatura hacia su creador (cp. Ro. 1:20).

Quiero que memorice la tesis central de este capítulo: Dios hizo todo bueno y esa bondad se refleja en todo lo que él es y lo que él hace.

Dios creó todo en perfección. Él le dio vida al universo para demostrar sus gloriosos atributos y regocijarse con sus criaturas.

En el siguiente capítulo estudiaremos el modelo del reino que Dios estableció en el huerto de Edén, mediante la creación del ser humano y su gobierno. Por ahora, le invito a desarrollar la guía de estudio.

Pasaje para memorizar: «Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice» (Is. 43:7).

Guía de estudio

1. Aparte de las Escrituras, ¿qué pruebas y argumentos podría dar acerca de la existencia de Dios?

2. Investigue tres teorías del origen del universo y escriba un breve resumen de cada una. ¿En qué se diferencian estos relatos con el Génesis bíblico?

3. Lea Hebreos 1:1-2 y haga una reflexión corta sobre la misión de Jesucristo como el Verbo de Dios.

4. Desafíese a compartir la historia del origen del universo según Génesis 1 y 2 con un amigo o familiar.

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[1] A esto se le conoce como creación ex nihilo, que en latín significa de la nada. Dios no usó materia preexistente para crear lo que hoy existe.

Este artículo hace parte del primer capítulo del libro: Buenas nuevas para un mundo en crisis, escrito por Harold Cortés. Todos los derechos reservados.

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