La pregunta acerca del origen de nuestra existencia es trascendental para vivir una vida con propósito. Podemos declarar de forma sencilla que el propósito principal por el cual Dios nos creó es para su propia gloria. En otras palabras, Dios nos creó para que lo adoremos y glorifiquemos, reflejando su carácter y su amor.

Creados para la gloria de Dios

Hay varias citas que apoyan esta definición. En Génesis 1:26-27 la Biblia dice que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza. ¿Qué significa esto? Esto significa que los seres humanos fueron diseñados con el firme propósito de reflejan la naturaleza y el carácter de Dios en la tierra. Como seres creados a su imagen, tenemos la capacidad de conocer a Dios, adorarlo y reflejar sus atributos en el mundo.

El profeta Isaías también enseñó que Dios creó al ser humano para su propia gloria: «Todo aquel que es llamado por mi nombre, y lo he creado para mi gloria, lo he formado y lo he hecho» (Isaías 43:7). Dios nos creó para su gloria, no para nuestra propia satisfacción o beneficio. Por tanto, nuestra vida debe estar enfocada en la adoración y la glorificación de Dios.

El teólogo sistemático Wayne Grudem señaló lo importantes que somos para Dios, y cómo esto debe ser nuestra mayor fuente de satisfacción.

“Esta es la definición suprema de la auténtica importancia o significado de nuestra vida: Si somos de verdad importantes para Dios por toda la eternidad, ¿qué mayor importancia o significado podríamos querer?”.

Salvos para la gloria de Dios

La salvación también está diseñada para la gloria de Dios. En Efesios 1:4-6, se nos dice que Dios nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo para ser santos y sin mancha delante de él. Y en Efesios 1:12 el apóstol Pablo explica que la salvación es para «la alabanza de su gloria».

Si alguien pregunta por qué Dios permitió (o decretó) la entrada del pecado, debemos saber que en la infinita sabiduría de Dios esta tragedia cumpliría el propósito de traer gloria al Señor (lee Romanos 11:32).

Una vida para la gloria a Dios

La vida cristiana también debe centrarse en la gloria de Dios. En 1 Corintios 6:19-20, se nos dice que nuestro cuerpo es un templo del Espíritu Santo y que debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo. Por eso, el cuidado físico, el uso moderado todo tipo de comidas y sustancias, aún nuestra sexualidad, debe estar centrada en la gloria de Dios.

En Colosenses 3:17, 23-24, Pablo enseña también que nuestro trabajo y nuestras relaciones interpersonales deben ser agradables para Dios. De allí que dar el 100 % en nuestro trabajo y tener  relaciones de amistad sanas, son muestras de que amamos al Señor.

Tal vez la cita bíblica que mejor resume la pregunta de este artículo es Romanos 11:36: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”.

En resumen, el propósito de la creación de los seres humanos es glorificar a Dios. Como seres creados a su imagen, tenemos la capacidad de conocer a Dios, adorarlo y reflejar su amor y carácter.

La salvación también está diseñada para la gloria de Dios, y nuestra vida cristiana debe centrarse en la adoración y la glorificación de Dios. Debemos buscar la gloria de Dios en todo lo que hacemos, y reconocer que nuestra vida tiene un propósito mayor que nuestra propia satisfacción o beneficio personal.

Y tú, ¿glorificas a Dios en cada aspecto de tu vida personal?

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